jueves, 7 de abril de 2011

¿ Cuántas máscaras deja entrever una muerte? 

Creo que la respuesta es millones, infinitas tal vez; escondidas, anónimas, auténticas, hipócritas, sinceras...

Es que existen máscaras de los terceros y de la propia persona en cuestión es estos momentos. Esos terceros son los encargados de revivirlas con el recuerdo, aunque este sea una construcción (como lo es el pasado). Y éstas máscaras son tan infinitas como las múltiples que constituyen nuestra personalidad.
 
En este momento, mi pensamiento se dirige hacia un : ¿La persona deja de ser cuando muere?
Usaré la palabra nunca. Creo que nunca dejamos de ser, incluso tras una desaparición material...Por el contrario, seguimos siendo, estamos continuamente reviviendo, renaciendo en los otros. Renacen todos aquellos YOs que éramos, que fuimos, que somos y que continuaremos siendo, todas aquellas máscaras que "cubrían constantemente"  nuestro "hueco" y que les permiten darle sentidos provisorios a la vida.

Tal vez es fácil decir esto, pero difícil que la persona lo supere: la persona está en nosotros siempre que la recordemos porque nunca puede dejar de ser alguien que puede nacer cuando queramos. El problema es que solemos aferrarnos a lo material como si fuera una garantía de que esa persona significa algo en nuestra vida y negamos el carácter de construcción continua. Tratamos de revivir aquellos recuerdos en los cuales las personas mantenían una expresión concreta o tangible; o pretendemos tener los objetos que la persona modificó en modo alguno. Supongo que debemos darnos cuenta que lo importante, lo relevante es todo aquello, todo lo construído por las personas que nos permite acceder a una de sus infinitas posibilidades de ser.



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